Un tipo tan visceral como buena persona

03.07.2012 11:41

Nadie nunca se describió mejor a si mismo como lo hizo Juanito. El mítico 7 madridista se definió la noche del 8 de abril de 1987 como el hombre de los dos yos: el malo, que representaba un hombre visceral, de un pronto temible e impredecible en sus movimientos; y el bueno, que encarnaba el arrepentimiento, el buen corazón y la amabilidad personificada.

 

Esa noche de semifinales de la Copa de la UEFA, el Olímpico de Munich fue testigo por desgracia de las dos caras de Juanito. En un partido lleno de tensiones y roces (como una dura entrada de Lothar Matthäus a Chendo), corría el minuto 37 de partido cuando una falta a Matthäus en mitad campo sin aparente importancia era magnificada por el delantero blanco. Con el jugador aleman tendido sobre el campo, Juanito perdió los nervios y pisó la cabeza y el cuello del centrocampista bávaro.

La acción grotesca y no recomendada de ver para mentes sensibles, le acarreó la expulsión del partido y una sanción de cinco años sin jugar en competiciones europeas. Sin embargo, esa mismo hecho también permitió ver el lado bueno del 7 blanco. Instantes, después de retirarse del campo, Juanito pedía públicamente perdón por el terrible suceso y mostraba todo su arrepentimiento, realmente cariacontecido por los hechos.

 

No contento con sus disculpas, el jugador extremeño regaló un capote y un estoque de torero a Matthäus como muestra de su disculpa. Era un paso más en una relación que acabaría terminando en amistad. Así era Juanito.

 

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