San Marco fue el mejor delantero de los 80

07.06.2012 01:11

 

Colgados por el Fútbol nos presenta a uno de los delanteros más completos que han existido nunca: Marco Van Basten, aquel espigado delantero holandés que a finales de los años 80 y principio de los 90 brilló en las áreas de los principales campos de fútbol gracias a su espectacular técnica y su eficacia de cara a puerta.

 

En Van Basten se reunía todo los requisitos de un delantero perfecto; altura y buen juego aéreo ( medía 1.88 cm), visión de juego, velocidad, desmarque, gol y un excelente regate con el que dejar plantados a los defensas. Todo ello, bajo una elegancia estratosférica.

 

Nacido en Utrecht en 1964 y formado en las categorias inferiores del Ajax, su primer partido el 3 de abril de 1982 con el equipo de Amsterdam iba a ser una premonición de lo que iba a ser su carrera: sustituyó a Johan Cruyff y marcó un gol. Toda una conquista para un chaval de apenas 18 años, que ya iba a conseguir esa misma temporada su primera liga holandesa.

 

El año 83 fue el de su confirmación. Nueve goles en 20 partidos, para un Ajax que iba a ganar la liga con 106 goles a favor y solo dos derrotas. Cifras a las que habría que añadir el título de Copa cosechado por el conjunto rojiblanco. Su meritoria actuación no pasó en balde, lo que le llevó a debutar con la selección el mismo 7 de septiembre de 1983 en partido contra Islandia.

 

Un año después Marco Van Basten iba a convertirse definitivamente en un grande del fútbol europeo. A pesar de quedar terceros en liga, el ariete de Utrecht iba a marcar la nada despreciable cifra de 28 goles en 26 partidos lo que le valío una catarata de elogíos por su depurada técnica y facilidad para ver puerta. No en vano fue bota de plata de Europa, solo superado por Ian Rush del Liverpool.

 

La llegada de Johan Cruyff a la dirección deportiva del Ajax volvió a suponer un paso hacía delante en la carrera de Marco. De nuevo campeón de liga (84-85) y máximo goleador del campeonato con 22 goles, Van Basten ya sonaba con fuerza para reforzar los principales equipos del continente.

 

Un título de máximo goleador que repetiría al año siguiente, cuando iba a conseguir adjudicarse la bota de oro después de anotar 37 goles en Liga. Un esfuerzo que sin embargo, no le iba a otorgar un nuevo título liguero.

La última temporada de Van Basten con el Ajax vendría marcada por el fichaje por el AC Milan. Berlusconi había apalabrado el traspaso del delantero holandés en plena temporada por dos millones y medio de dolares, lo que provocó que Marco se dosificase para evitar lesiones. Así decidió no jugar en liga cuando hubiera competición europea entre semana. Este ahorro de energía no sería inútil, pues el Ajax se proclamaría campeón de la Recopa con un tanto de Van Basten ante el Lokomotiv de Leizpig alemán. En total, Marco acabaría con el Ajax con 128 goles en 133 partidos, una cifra descabellada para la época.

 

La llegada al Milan la temporada 87-88 no fue fácil para Van Basten. Numerosas lesiones ( la más importante la operación de clavícula) le mantuvieron fuera de combate la mayor parte de la temporada, lo que no fue óbice para que fuera convocado por Holanda para la disputa de la Eurocopa 88 de Alemania. En ella, a pesar de salir de suplente, se iba a convertir en la gran estrella al marcar en la final contra la URSS su gol más famoso, después de enganchar una espectacular volea.

Después del verano, Marco regresó al Milan donde iba a completar dos temporadas fabulosas que le iban a llevar a adjudicarse el Balón de Oro en 1988 y 1989. En esos dos años, Van Basten ganó dos copas de Europa. Especialmente destacable fue la primera con el holandés marcando 9 goles en 10 partidos y contribuyendo en la final con dos tantos ante el Steaua.

Además, lograría alzarse con el pichichi italiano en 1990. Solo el Nápoles del gran Maradona podían frenar al Milan de Marco Van Basten y Sacchi.

 

La temporada 91-92 fue soberbia para Van Basten. Una liga ganada sin perder un solo partido y de nuevo el trofeo de máximo goleador le auparon a un nuevo balón de oro (el tercero) y una FIFA World Player.

 

Sin embargo, la gran carrera del fino holandés se vería truncada por las lesiones, especialmente de tobillo que sufrió en la temporada 92-93, lo que propició su abandono del fútbol con tan solo 29 años en la final perdida de la Copa de Europa de 1993 contra el Olympique de Marsella.

 

Fue este el último partido del gran Marco. Fue el adiós de uno de los más grandes delanteros de la historia. 

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