Enzo Francescoli fue uno de los mejores jugadores uruguayos de todos los tiempos

21.06.2012 00:05

 

Jugadores de ayer y de hoy nos revive la mítica figura uruguaya de los años 80 y 90, Enzo Francescoli. Nacido en Montevideo en 1961, este gran futbolista conocido como el "Principito" es reconocido, hoy en día, como unos de los mejores futbolistas de la historia. No en vano, el propio Pelé lo enumeró dentro de la lista para la FIFA de los 125 mejores jugadores de todos los tiempos.

 

De ascendencia italiana y española, los inicios de Francescoli pasaron por el equipo del Montevideo Wandereres, donde formó en las filas inferiores con tan solo 17 años. Dos años después, con tan sólo 19, el Principito hacía su debut en la primera división uruguaya. Todo ello, a pesar de ser un confesado seguidor de Peñarol.

 

En el Wanderers, el "Maestro" iba a demostrar todas las condiciones que le llevarían a la cima del fútbol. Habilidad, buen trato de balón, regate, capacidad de desborde y una visión de pase extraordinaria. Todo ello, acompañado de gran llegada a gol. No en vano, en 74 partidos con el equipo uruguayo, fue capaz de anotar 20 goles.

 

La fina elegancia de Francescoli no pasaba en valde para nadie, como muestra su llamada a la selección uruguaya, donde se proclamó campeón sudamericano sub-20 y ganador de la Copa Nehru. El buen hacer del "Principito" le valió cruzar la orilla del rio La Plata para fichar por River Plate en 1983 después de unas largas negociaciones. Ese mismo año, además, iba a conseguir el primer gran éxito deportivo de su carrera, la Copa América, donde Uruguay iba a derrotar en la final a doble partido a Brasil (con gol incluido de Enzo). Ese título vino acompañado del reconocimiento individual, pues fue nombrado mejor jugador del campeonato.

La llegada a River Plate era un paso adelante en la carrera del Principe, pues esta vez debía lidiar con un equipo grande y además con la condición de uruguayo en un equipo argentino. De hecho, su llegada propició grandes críticas de algunos exjugadores, como un compatriota suyo, que afirmó que "River no necesitaba a Francescoli porque en este club había buenos jugadores".

Sin embargo, y a pesar de que las cosas no empezaron bien, Francescoli acabo triunfando y ganándose el corazón de los aficionados. Además, mostró una virtud que le acompañó toda su vida: su discreción y caballerosidad. Sin una sola declaración altisonante, ni gestos extradeportivos, su afabilidad fue reconocida haya donde iba, de forma que logró ser uno de los futbolistas más admirados de toda Argentina.

 

A nivel deportivo, además, contribuyó a ganar a River Plate el título liguero de la temporada 85-86, donde conquistó también el trofeo de máximo goleador al acabar con 25 tantos. Éxitos que se añadían al premio de mejor futbolista sudamericano de 1984. Esta brillante trayectoria le valió para convertirse en el referente e ídolo de la hinchada "millonaria".

 

Pero al mismo tiempo, le sirvió para ser traspasado a Europa, donde el Racing Club de Paris se haría con sus servicios durante tres años. En ese periodo y a pesar de ser títular indiscutible, Francescoli no acabaría de ser el futbolista que había asombrado en Argentina. Mejor en cambio le fueron las cosas en la selección, pues 1987 sería el año de la segunda Copa América al derrotar en la final a Chile. Encuentro donde sería expulsado.

La temporada 89-90 supuso la consagración de Francescoli en la élite europea, pues siendo fichado por el Olympique de Marsella alzaría el título de la Ligue 1 con una participación destacable, que además le valdría jugar con Uruguay su segundo Mundial, el de Italia 90. No obstante, su paso por el equipo marsellés fue breve ya que la siguiente temporada probó fortuna en Italia, donde jugó cuatro años en el Cagliari y una temporada en el Torino.

La exigencia táctica y física del Calcio y su voracidad defensiva afectaron especialmente al Principe que acabó regresando a River Plate para acabar su carrera futbolística en 1997. Eso sí, antes en el club argentino, lograría dos Copas Libertadores, cuatro Supercopas americanas, además de cuatro títulos, que le valdrían para ganarse definitivamente el corazón de todos los aficionados de River. Y con la selección lograría su tercera y última Copa América en 1995.

 

Su legado es inmenso. Tanto que otro mito del fútbol, Zinedine Zidane, nombró a su hijo Enzo en honor a Francescoli.

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