El Estrella Roja gozó de una plaga de estrellas a principios de los 90 que consiguió reinar Europa

26.05.2012 01:26

 

Nuestro rinconcito nostálgico de Colgados por el Fútbol nos lleva a hablar de un equipo al que la guerra de los Balcanes truncó una más que prometedora trayectoria: el Estrella Roja de Belgrado de 1991, primer y único campeón de Europa venido de la antigua Yugoslavia. Un equipo plagado de estrellas que dejó un gran sabor en un periodo donde el Milán de Sacchi se había acabado y el Dream Team de Cruyff hacía sus primeros pasos.

 

Fundado en 1945 por un grupo de jóvenes antifascistas, el Estrella Roja (de tradición nacionalista serbia) encarna junto al Partizan de Belgrado ( más arraigado al tradicional federalismo de Tito) los dos grandes transatlánticos del fútbol serbio, enfrentándose de esta forma por la supremacía balcánica en el llamado "derbi eterno de Belgrado"

Con 25 ligas y 22 copas en la actualidad, el Estrella Roja vivió su época de mayor esplendor a principios de los años 90 merced a una maravillosa generación de futbolistas, muchos de los cuales (8 de los 16 jugadores convocados para la final de la Copa de Europa) recalarían posteriormente en equipos españoles.

 

Un importante papel en esos años de éxitos (87-92) lo iba a tener la entrada de Vladimir Cvetkovic a la dirección del club, ya que con una política basada en la adquisición de jóvenes talentos y grandes entrenadores iba a conseguir el ansiado objetivo de levantar la Copa de Europa. Una política de fichajes que se puede observar con el hecho de que durante los cinco años gloriosos del equipo hubo cinco entrenadores diferentes.

 

Todo ello, adornado como hemos dicho por excelentes jugadores como los añorados Stojanovic, Belodebici, Mihajlovic, Prosinecki, Jugovic, Pancev o Savicevic, Stosic, Tosic o Jovanovic, que hacían del pequeño Marakaná, como vulgarmente se llama al estadio del Estrella Roja por su gran capacidad (llegó a tener una capacidad de 108.000 espectadores), un feudo inexpugnable.

Fue así como tras ganar la Liga en 1988 y 1990, el equipo iba a conseguir el salto a la cúspide europea en 1991 derrotando en la final de Bari, al Olympique de Marsella en una emocionante tanda de penaltis. Con un juego atrevido y técnico que daba rienda suelta a la creatividad y en ocasiones a la anarquía, el equipo lució en esa campaña un fútbol de alto voltaje que le valió para eliminar sucesivamente a Glasgow Rangers, Dinamo de Dresde, Bayern de Munich y a Olympique en la mítica noche del 29 de mayo.

 

Conquistada Europa y también el mundo al ganar la Copa Intercontinental de ese año 91 al Colo-colo chileno, solo la guerra de los Balcanes pudo acabar con una quinta de grandes estrellas que a buen seguro hubiera dado muchas más alegrías a una hinchada que a día de hoy intenta buscar el camino con el que guiar a su equipo a los logros de épocas anteriores.

 

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